Ramiro I de Aragón (h. 1006/7 - 8 de mayo de 1063) es
considerado como el primer rey de Aragón1 (1035-1063) al que añadió los
territorios de Sobrarbe y Ribagorza desde la muerte de su hermanastro Gonzalo
en 1045, intitulándose así pues rey de Aragón, Sobrarbe y Ribagorza.
Conquistó, aliado con Arnal Mir de Tost y el Condado de
Urgel de Ermengol III, los castillos de Laguarres, Lascuarre, Falces, Viacamp y
Benabarre, e intentó tomar la poderosa fortaleza de Graus al rey de la taifa de
Saraqusta Al-Muqtadir —quien contó con la ayuda de la mesnada del aún infante
Sancho II de Castilla en cuyo ejército figuraba un joven Cid de alrededor de
catorce años: Rodrigo Díaz—, pero Ramiro I murió en el transcurso de esta
operación bélica, seguramente a manos de un experto soldado de Al-Muqtadir.
Hijo de Sancho el Mayor de Pamplona y de Sancha de Aibar,
contrajo matrimonio con una hija de Bernardo Roger de Foix, con lo que inició
una tradición de alianza entre el reino aragonés y el condado ultrapirenaico,
que se prolongaría por varios siglos. Estableció también alianzas con el
Condado de Urgel, casando a su primogénito Sancho Ramírez con una hija de
Ermengol III de Urgel (a quien además dio en matrimonio a su hija Sancha) para
así oponerse a las ansias expansionistas del conde de Barcelona Ramón Berenguer
I en la zona del Cinca medio.
En 1045, a la muerte de su hermano Gonzalo, se anexionó los
condados de Sobrarbe y Ribagorza que correspondía regir a su hermano García,
unificando así los tres condados, junto con el de Aragón, que iban a formar el
nuevo reino.
Instituyó un «obispo de Aragón» con sede en San Adrián de
Sásabe; su hijo Sancho Ramírez convertirá posteriormente Jaca (que en tiempos
de Ramiro era solo una aldea) en una ciudad que se convertirá en capital del
reino y albergará la sede episcopal.
Citas Célebres:
“Cualquiera puede caer por descuido en el
heroísmo.”
“Cada hombre es un misterio impenetrable en
vida y en muerte.”
“La desgracia abre el alma a una luz que la
prosperidad no ve.”
"El que tiene fe en sí mismo no necesita
que los demás crean en él."
“Cuando una lectura os eleva el espíritu y os
inspira sentimientos nobles y valerosos, no busquéis ninguna otra regla para
juzgar la obra: es buena y está hecha por una mano de artista.”
“Si es un deber respetar los derechos de los
demás, es también un deber mantener los propios.”
“El hombre grande es aquel que en medio de las
muchedumbres mantiene, con perfecta dulzura, la independencia de la soledad.”
“Un buen libro es aquel que se abre con
expectación y se cierra con provecho.”
“Las casas grandes están llenas de domésticos
soberbios.”
“Lo bello nos atrae, despreciamos lo útil; y
lo bello muchas veces nos pierde.”
"Más que el sable y que la lanza suele
servir la confianza que el hombre tiene en sí mismo."
“Lo decisivo para traer paz al mundo es vuestra
conducta diaria.”
“Ayer es sólo un recuerdo; mañana nunca es lo
que se supone que es.”
"La adversidad vuelve sabio al
hombre."
“Que el hacer paces también suelen ser
triunfos de guerra.”
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