sábado, 11 de julio de 2015

REY ORDOÑO II DE LEÓN

La batalla de Valdejunquera (920).
Sin desanimarse por la derrota, Ordoño II comenzó a planear la campaña del año siguiente, movilizando a sus tropas y poniéndose en marcha hacia la frontera en el mes de octubre del año 919. Según refiere la Crónica de al-Nasir, Abderramán III envió a la frontera del norte un nuevo ejército, al mando de su pariente Ishaq ibn Muhammad al-Marwani, y por ello el rey de León abandonó su propósito de atacar a los musulmanes y regresó a sus tierras sin haber emprendido ofensiva alguna. Los musulmanes también regresaron a sus bases, una vez que hubieron comprobado que Ordoño II no planeaba atacarles.
Resultado de imagen de rey ordoño iiSin embargo, casi de inmediato el emir cordobés proclamó la guerra santa y organizó la movilización general de su ejército, que fue sometido a una revista general o alarde el día 23 de abril de 920, iniciando su salida el 23 de mayo, al mando del propio emir. Desde Córdoba, el ejército musulmán se dirigió a Caracuel, sobre el Guadiana, a Toledo y Guadalajara, de aquí a Medinaceli, reconquistando luego Osma (8 de julio) y San Esteban de Gormaz. Las huestas mahometanas cayeron a continuación sobre Clunia, Burgos, Tudela y Calahorra.
El rey de Navarra aguardaba con sus tropas dentro del municipio de Arnedo, pero cuando tuvo conocimiento de que las tropas musulmanas, que se habían apoderado de Calahorra, se dirigían hacia la ciudad de Pamplona, su capital, se dirigió hacia el norte con sus tropas a fin de unirlas a las del rey de León, quien había acudido en su ayuda. Los musulmanes se dirigieron a Viguera, donde derrotaron a las primeras fuerzas conjuntas que les opusieron Ordoño y Sancho. Posteriormente, los musulmanes se dirigieron a Muez, lugar situado en el valle de Junquera, a unos veinticinco kilómetros al suroeste de la ciudad de Pamplona.
En la subsiguiente batalla de Valdejunquera, librada el 26 de julio de 920, el emir cordobés derrotó nuevamente a las escasas huestes reunidas por leoneses y navarros. Fueron capturados los obispos de Tuy y Salamanca, Dulcidio y Hermogio. Los supervivientes del ejército cristiano se refugiaron en las fortalezas de Muez y Viguera, que fueron asediadas a continuación por el emir de Córdoba. Tras haberse apoderado de ambas plazas, todos los defensores fueron degollados y, antes de volver a Córdoba, el emir ordenó arrasar las tierras cercanas a ellas.

De tal descalabro se culpó a los condes castellanos Nuño Fernández, Abolmondar Albo y su hijo Diego, y Fernando Ansúrez, por no haber acudido al combate. Convocados por el monarca en el lugar de Tejar, a orillas del Carrión, los condes fueron apresados y encarcelados (aunque según la tradición fueran muertos). En cualquier caso, debieron ser liberados poco tiempo después, ya que la documentación los presenta actuando con normalidad.

Citas CélebreS:
“La democracia también genera hombres deshonestos.”
“El mundo real es mucho más pequeño que el mundo de la imaginación.” Friedrich Nietzsche.
“Ser adulto significa olvidar lo desconsolados que nos hemos sentido con frecuencia de niños.” Heinrich Böll.
“Atesora tus instantes de dicha; serán excelente almohada para tu vejez.” BoothTarkington.
“El carácter es la fuerza sorda y constante de la voluntad.” Herni Dominique Lacordaire.
“A los tímidos y a los indecisos todo les resulta imposible, porque así se lo parece.” Walter Scott.
“Los tímidos tienen miedo antes del peligro; los cobardes, durante el mismo; los valientes, después.” Jean Paul.
“Se puede matar al soñador, pero no al sueño.” Ralph Abernathy.
“Algún día la humanidad será juzgada por haber encerrado a los primates en zoológicos.” Jordi Sabater Pi.
“Existe una gran diferencia entre la persona ávida que pide un libro, y la persona cansada que pide un libro para leer.” Gilbert K. Chesterton.
"Lo más increible de los milagros es que ocurren." Gilbert K. Chesterton.
“El final es el lugar del que partimos.” Thomas S. Eliot.
“Solamente una vida dedicada a los demás merece ser vivida.” Albert Einstein.
"Seducimos valiéndonos de mentiras y pretendemos ser amados por nosotros mismos." Paul Géraldy.
“Hay un límite más allá del cual la tolerancia deja de ser virtud.” Edmund Burke.

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