La batalla de
Valdejunquera (920).
Sin desanimarse por la derrota, Ordoño II comenzó a planear
la campaña del año siguiente, movilizando a sus tropas y poniéndose en marcha
hacia la frontera en el mes de octubre del año 919. Según refiere la Crónica de
al-Nasir, Abderramán III envió a la frontera del norte un nuevo ejército, al
mando de su pariente Ishaq ibn Muhammad al-Marwani, y por ello el rey de León
abandonó su propósito de atacar a los musulmanes y regresó a sus tierras sin
haber emprendido ofensiva alguna. Los musulmanes también regresaron a sus
bases, una vez que hubieron comprobado que Ordoño II no planeaba atacarles.
Sin embargo, casi de inmediato el emir cordobés proclamó la
guerra santa y organizó la movilización general de su ejército, que fue
sometido a una revista general o alarde el día 23 de abril de 920, iniciando su
salida el 23 de mayo, al mando del propio emir. Desde Córdoba, el ejército
musulmán se dirigió a Caracuel, sobre el Guadiana, a Toledo y Guadalajara, de
aquí a Medinaceli, reconquistando luego Osma (8 de julio) y San Esteban de
Gormaz. Las huestas mahometanas cayeron a continuación sobre Clunia, Burgos,
Tudela y Calahorra.
El rey de Navarra aguardaba con sus tropas dentro del
municipio de Arnedo, pero cuando tuvo conocimiento de que las tropas
musulmanas, que se habían apoderado de Calahorra, se dirigían hacia la ciudad
de Pamplona, su capital, se dirigió hacia el norte con sus tropas a fin de
unirlas a las del rey de León, quien había acudido en su ayuda. Los musulmanes
se dirigieron a Viguera, donde derrotaron a las primeras fuerzas conjuntas que
les opusieron Ordoño y Sancho. Posteriormente, los musulmanes se dirigieron a
Muez, lugar situado en el valle de Junquera, a unos veinticinco kilómetros al
suroeste de la ciudad de Pamplona.
En la subsiguiente batalla de Valdejunquera, librada el 26
de julio de 920, el emir cordobés derrotó nuevamente a las escasas huestes
reunidas por leoneses y navarros. Fueron capturados los obispos de Tuy y
Salamanca, Dulcidio y Hermogio. Los supervivientes del ejército cristiano se
refugiaron en las fortalezas de Muez y Viguera, que fueron asediadas a
continuación por el emir de Córdoba. Tras haberse apoderado de ambas plazas,
todos los defensores fueron degollados y, antes de volver a Córdoba, el emir
ordenó arrasar las tierras cercanas a ellas.
De tal descalabro se culpó a los condes castellanos Nuño
Fernández, Abolmondar Albo y su hijo Diego, y Fernando Ansúrez, por no haber
acudido al combate. Convocados por el monarca en el lugar de Tejar, a orillas
del Carrión, los condes fueron apresados y encarcelados (aunque según la
tradición fueran muertos). En cualquier caso, debieron ser liberados poco
tiempo después, ya que la documentación los presenta actuando con normalidad.
Citas CélebreS:
“La democracia también genera hombres
deshonestos.”
“El mundo real es mucho más pequeño que el
mundo de la imaginación.” Friedrich Nietzsche.
“Ser adulto significa olvidar lo desconsolados
que nos hemos sentido con frecuencia de niños.” Heinrich Böll.
“Atesora tus instantes de dicha; serán
excelente almohada para tu vejez.” BoothTarkington.
“El carácter es la fuerza sorda y constante de
la voluntad.” Herni Dominique Lacordaire.
“A los tímidos y a los indecisos todo les
resulta imposible, porque así se lo parece.” Walter Scott.
“Los tímidos tienen miedo antes del peligro;
los cobardes, durante el mismo; los valientes, después.” Jean Paul.
“Se puede matar al soñador, pero no al sueño.”
Ralph Abernathy.
“Algún día la humanidad será juzgada por haber
encerrado a los primates en zoológicos.” Jordi Sabater Pi.
“Existe una gran diferencia entre la persona
ávida que pide un libro, y la persona cansada que pide un libro para leer.”
Gilbert K. Chesterton.
"Lo más increible de los milagros es que
ocurren." Gilbert K. Chesterton.
“El final es el lugar del que partimos.”
Thomas S. Eliot.
“Solamente una vida dedicada a los demás
merece ser vivida.” Albert Einstein.
"Seducimos valiéndonos de mentiras y
pretendemos ser amados por nosotros mismos." Paul Géraldy.
“Hay un límite más allá del cual la tolerancia
deja de ser virtud.” Edmund Burke.
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