Ramiro I de Asturias (c. 790 – 1 de febrero de 850). Fue rey
de Asturias entre los años 842 y 850. Era hijo de Bermudo I el Diácono, rey de
Asturias, y de la reina Uzenda Nunilona.
Sucedió en el trono asturiano al rey Alfonso II el Casto,
quien falleció sin dejar sucesión. Fue coetáneo de Abderramán II, emir omeya de
Córdoba en el siglo IX. Durante su reinado se construyeron numerosos monumentos
de estilo ramirense, como el palacio de Santa María del Naranco.
Biografía.
Acceso al trono
Según la Crónica de Alfonso III, fue elegido por Alfonso II
el Casto como sucesor, debido a que el rey carecía de descendientes. En el
momento de la muerte del rey, Ramiro I se encontraba fuera de Asturias,
concretamente en Bardulia, en tierras que luego serían castellanas, para
casarse. Esta ausencia fue aprovechada por el comes palatii y cuñado del rey,
Nepociano, para hacerse ungir rey, apoyado por astures y vascones, quienes
siempre se habían mantenido leales a Alfonso II. Ramiro I buscó apoyo en
Galicia, donde reunió un ejército, y avanzó hacia Oviedo. Nepociano aguardó la
llegada de Ramiro I en Cornellana, junto al río Narcea. No obstante las tropas
de Nepociano se negaron a combatir, y éste tuvo que huir. Fue perseguido,
capturado por los condes Scipion y Sonna y, posteriormente, cegado y encerrado
en un monasterio.
Ataques
normandos.
Poco después de ser proclamado rey, Ramiro I fue informado
de que los piratas normandos estaban atacando toda la costa atlántica de
Francia, y que ahora estaban llegando a la costas cantábrica de su propio
reino. El objetivo de los normandos era encontrar ríos navegables y grandes
ciudades para saquear, cualidades ambas de las que carecía el reino de Asturias
y, por ello, las crónicas de la época sólo refieren dos pequeños ataques en
Gijón y en La Coruña en el año 844, donde además los normandos hubieron de
enfrentarse a las tropas enviadas por Ramiro I (entre otros los caballeros
Ergica y Olmundo de Erice). Los invasores normandos, que no habían tenido éxito
en sus expediciones de saqueo en Asturias, atacaron un mes después Lisboa, y
más tarde Cádiz y Sevilla, ciudades que tomaron y saquearon antes de avanzar
por el interior y amenazar la ciudad de Córdoba. Abd-al-Rahman II se vio
obligado a realizar un gran esfuerzo para detener a los invasores, y para
recuperar Cádiz y Sevilla.
Intento de
repoblación de León.
Éstos acontecimientos influyeron notablemente en el reino de
Asturias, pues Abd-al-Rahman II, que además de hacer frente a los invasores
normandos, hubo de enfrentarse a los problemas internos de su reino, causados
por las rebeliones de Musa ibn Musa, de la familia de los Banu-Qasi, se vio
imposibilitado para atacar el reino de Asturias, y Ramiro I disfrutó de varios
años de paz exterior, que aprovechó para repoblar la ciudad de León.
No obstante, dicha repoblación duró poco tiempo, pues
Abd-al-Rahman II, una vez sofocadas las rebeliones internas de su reino, y una
vez expulsados los normandos de su territorio, envió en el año 846 un ejército,
a las órdenes de su hijo, Mohamed I de Córdoba, y obligó a los cristianos a
evacuar la ciudad de León, que fue incendiada y arrasada por los musulmanes.
Citas celebres:
“Si los grandes hombres no hubiesen cometido
errores, no sabríamos que han existido.”
“Cuídate si quieres que Dios te proteja.”
“Mucha paz tendríamos si en los dichos y
hechos ajenos que no nos pertenecen, no quisiéramos meternos.”
“Un solo ser nos falta y todo está
despoblado.”
“Es el cuidado el que hace prosperar la obra.”
“El mentiroso tiene dos males: que ni cree ni
es creído.”
“Cuando dos hombres desean la misma cosa que
no pueden gozar juntos se convierten en enemigos.”
“Todo el mundo es ignorante, sólo que en
materias distintas.”
“Nada hay más peligroso que una idea cuando no
se tiene más que una.”
"Un chisme es como una avispa; si no
puedes matarla al primer golpe, mejor no te metas con ella."
“La repetición es la más vigorosa de todas las
figuras retóricas.”
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