Rebelión y
reconquista de Gegio (actual Gijón).
Tras la llegada en el año 714 de la expedición de Muza a
Asturias, el jefe bereber Mnuza o Munuza fue encargado de las tropas y la
administración de la mitad norte peninsular, asentándose al frente de una
guarnición musulmana en Gijón, mientras otras aseguraban el territorio, y otras
atacaban a los últimos restos de resistencia. Las familias más importantes de
la aristocracia astur, entre ellas la de Pelayo, enviaron rehenes a Córdoba
para garantizar la capitulación. Sin embargo, en tiempos del valí Al Hurr
(717–718) Pelayo retornó a las montañas de Asturias donde fue elegido princeps
o líder de los Astures según una de las crónicas. Tras unos años de mutuo
hostigamiento, durante el gobierno de Anbasa (722) Munuza envió un destacamento
de tropas al refugio de Pelayo en Piloña. El líder astur y sus hombres se
refugiaron en el Monte Auseva, donde esperaron a las tropas musulmanas,
mientras que Munuza ordenaba refuerzos desde la meseta para acabar con la
resistencia. Allí les tendieron una emboscada al destacamento musulmán, el cual
fue aniquilado. Esta acción bélica se conoce como la Batalla de Covadonga.
Cuentan las crónicas que, tras la derrota de Covadonga,
Munuza salió huyendo con sus fuerzas, probablemente por temor a que la gente de
Gijón se uniera a la revuelta, o por miedo a que las tropas asturianas que
habían derrotado a sus propias tropas le dieran alcance en la ciudad. Tras
abandonar la ciudad, Munuza intentó salir de Asturias por el puerto de la Mesa,
mientras que las tropas victoriosas de Covadonga hacían marchas forzadas para
cortarle la huida hacia la meseta, siendo Munuza y sus tropas nuevamente
derrotadas y muerto Munuza en Olalíes, actual concejo de Santo Adriano. El caso
es que Pelayo se apoderó de Gijón sin mayor esfuerzo, una vez que las tropas
musulmanas y Munuza habían intentado huir y habían sido aniquiladas en el
intento. Al divulgarse por tierras musulmanas la noticia de la toma de Gijón,
muchos cristianos se unieron al ejército de Pelayo. Teniendo el reino de
Asturias tuvo como primera capital Cangas de Onís y como segunda Arriondas,
para pasar a ser Oviedo la capital bajo el reinado de Alfonso II. Como reseña
de la importancia de la muerte de Munuza según esta versión, destacar que era
el general al mando de las tropas al norte de la península Ibérica, y entonces
su muerte, se podría considerar de trascendencia dentro del organigrama militar
musulmán.
Sin embargo otras crónicas posteriores citan que Munuza
consiguió escapar con vida y le sitúan con bastante seguridad puesto a cargo de
las tropas bereberes en las zonas fronterizas y de igual geografía montañosa en
los Pirineos orientales. Tratados y enlace parecidos con el duque aquitano le
llevarían a casar con la hija del duque, tras lo cual y con la alianza del
duque como resguardo se levantaría en rebelión contra sus superiores árabes y
en alianza con los francos, a la búsqueda quizá de crearse un nicho de poder en
el estratégico punto de los Pirineos. Fue suprimido por las tropas del Emir en
campaña de castigo y para deshacer el peligro que esta posición hubiera
supuesto para el al-Andalus recién creado.
Hay que resaltar que los musulmanes estaban más interesados
en expandirse por Francia, y avanzar hacia el centro de Europa hasta las
batallas de Toulouse y la de Tours donde Carlos Martel detuvo su carrera hacia
el centro de Europa, que de limpiar la retaguardia de pequeños reinos hostiles
que quedaron aislados ante el avance musulmán.
Citas Célebres:
“Un amigo es uno que lo sabe todo de ti y a
pesar de ello te quiere.”
“Debemos desconfiar unos de otros. Es nuestra
única defensa contra la traición.”
"La felicidad no es un ideal de la razón,
sino de la imaginación."
“Los poetas inmaduros imitan; los poetas
maduros roban; los malos estropean lo que roban, y los buenos lo convierten en
algo mejor.”
"Entre un hombre y una mujer la amistad
es tan sólo una pasarela que conduce al amor."
“Ninguno cree que hace mal si los demás no
juzgan que lo hace.”
“Todo pasa; sólo el arte robusto es eterno.”
“Muchos tragos es la vida y un solo trago es
la muerte.”
“La felicidad es el privilegio de ser bien
engañado.”
“El vulgo no es otra cosa que una sinagoga de ignorantes
presumidos, que cuanto más hablan de las cosas menos las entienden.”
“Sin sobriedad nadie puede hacerse rico, y con
ella muy pocos serán pobres.”
“Definir el humor es como pretender pinchar
una mariposa con el palo de un telégrafo.”
“La fuerza no puede jamás persuadir a los
hombres; sólo logra hacerles hipócritas.”
“Las almas acostumbradas a divulgar sus
desdichas rara vez inspiran piedad.”
“La originalidad es la única cosa cuya
utilidad no pueden comprender los espíritus vulgares.”
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