El ejército musulmán salió de Córdoba el día 2 de agosto de
917, y llegó a la ribera del río Duero, que el omeya pretendía establecer como
frontera, el día 1 o 2 de septiembre, saqueando y arrasando a su paso las
tierras de los cristianos. Los musulmanes establecieron su campamento junto a
la localidad de San Esteban de Gormaz, por entonces llamada Castromoros.
Entonces aparecieron de improviso el rey Ordoño II y sus tropas y atacaron por
sorpresa al ejército musulmán. La batalla de Castromoros es uno de los hitos de
la historia medieval española. Las crónicas cristianas de la época refieren que
los leoneses causaron tantas bajas a sus enemigos que el número de sus
cadáveres excedía del cómputo de los astros, pues señalan que desde la orilla
del río Duero hasta el castillo de Atienza y Paracuellos, todo el territorio se
hallaba cubierto de cadáveres, y el ejército musulmán, derrotado, regresó a sus
bases el día 4 de septiembre. Entre los numerosos musulmanes que perdieron la
vida en Castromoros se hallaba el propio Hulit Abulhabat, comandante de los
derrotados musulmanes, cuya cabeza mandó el rey Ordoño suspender de las almenas
de San Esteban de Gormaz junto a la de un jabalí. Los navarros acudieron
entonces a solicitar la ayuda del monarca leonés con la esperanza de que las
tropas leonesas les ayudaran a luchar contra los musulmanes.
Habiendo tomado posesión de León, consolidado su posición y
ganado el apoyo de la nobleza, Ordoño II emprendió su primera expedición
militar como rey de León en el verano del año 915, contra las tierras situadas
al norte de Miknasat al Asnam, nombre con el que los musulmanes designaban a la
ciudad de Mérida. Según el historiador andalusí al-Razi, emprendió la campaña
por la ruta de Zamora, sometiendo primero la ciudad de Medellín, y luego el
Castillo de la Culebra o Kalat al-Hanash (Castro Alange), acampando al día
siguiente junto a Mérida, donde se le sometieron los gobernadores de esta
ciudad y de Badajoz, pagando tributo a los leoneses, que regresaron a sus
tierras con un gran botín y muchos cautivos por el camino de Toledo.
La campaña fue tan exitosa, que, tan pronto como llegó a
León, el monarca quiso mostrar su gratitud a la Madre de Dios, erigiendo en su
obsequio un nuevo templo catedralicio, en sustitución del entonces existente,
un modesto edificio situado extramuros y consagrado a San Pedro Apóstol. A tal
efecto donó su propio palacio, engrandeciendo asimismo con donaciones de
tierras la diócesis legionense.
En el verano del año 916, dirigió una nueva expedición contra
los musulmanes y atacó las cercanías de la ciudad de Mérida, que había
amenazado en su campaña sobre Évora del 913. También ahora devastó y saqueó las
áreas suburbanas que habían quedado indemnes en aquella expedición. Las tropas
leonesas se enfrentaron a un ejército que había salido de Córdoba para
enfrentarse a ellas y lo derrotaron, y el comandante musulmán fue apresado y
llevado a León.
La batalla de
Castromoros (916).
La reacción de los andalusíes no se hizo esperar. Según la
Crónica Anónima de Al-Nasir, iniciaron una primera aceifa el 15 de junio de
916, bajo el mando del caid Ahmad ibn Muhammad ibn Abi Abda, regresando a
Córdoba sin mayor percance. El nuevo emir cordobés, Abderramán III, haciénose
eco del clamor popular contra los continuos éxitos cristianos, reunió entonces
un inmenso ejército que incorporaba contingentes de la Tingitania y la
Mauritania. A su mando iba de nuevo Ahmad ibn Muhammad ibn Abi Abda, llamado
Hulit Abulhabat por la Crónica Post-Abeldense.
Finalizando la primavera del año 918, y aliados entre sí
Ordoño II y Sancho Garcés, rey de Pamplona, ambos monarcas movilizaron sus
tropas y marcharon juntos sobre Nájera, en la Marca Superior, a la que llegaron
a comienzos del mes de junio, sitiándola durante tres días. Pasaron luego a
Tudela, bordearon los confines de la Morcuera y Tarazona, y penetraron en los
arrabales de Valtierra, Arnedo y Calahorra, que se hallaban en poder de los
Banu Qasi de Zaragoza, fueron conquistadas.
Estos sucesos irritaron tanto al emir Abderramán III que ya
el 8 de julio de ese año salía de Córdoba un nuevo ejército de castigo, mandado
por Badr ibn Ahmad. Las tropas musulmanas llegaron al territorio de Mutoniya o
Mutonia, lugar hoy desconocido y localizado en tierras de Soria o Segovia,
donde derrotaron a los ejércitos navarros y leoneses, en dos batallas
consecutivas, libradas los días [14 y 16 de agosto del año 918. El retorno de
los vencedores, con abundante botín y cautivos, fue celebrado en Córdoba con
júbilos públicos. El cronista Sampiro se limitó a señalar que, tras la victoria
de Castromoros llegó al lugar de Mitonia una aceifa musulmana, en cuyo
encuentro sobrevino la ruina de muchas gentes de ambas partes, añadiendo como
consuelo una cita bíblica, que atribuyó a David: "Varií sunt eventus
belli".
Citas CélebreS:
“La
lógica es buena para razonar, pero mala para vivir.”
"Lo único que me duele de morir, es que
no sea de amor."
“Hay un límite para las lágrimas que podemos
derramar ante las tumbas de los muertos.”
“Me opongo a la violencia, porque cuando
parece causar el bien éste sólo es temporal, el mal que causa es permanente.”
"En la caridad el pobre es rico, sin
caridad todo rico es pobre."
“El buen libro, de las penas es alivio.”
“El saber y la razón hablan, la ignorancia y
el error gritan.”
“Hacemos las reglas para los demás y las
excepciones para nosotros mismos.”
“Lo que hace falta es tratar de someter a las
circunstancias, no someterse a ellas.”
“Templanza es moderación en el uso de lo bueno
y abstinencia total de lo malo.”
“No ha de maravillarnos que el azar pueda
tanto sobre nosotros partiendo de que vivimos por azar.” .
“No hay hombre en el mundo sin tribulación o
angustia, aunque sea rey o papa.”
“Cuando la verdad sea demasiado débil para
defenderse, tendrá que pasar al ataque.”
“El futuro está oculto detrás de los hombres
que lo hacen.”
“Casi siempre es injusticia la austera
severidad, y la dulce caridad es casi siempre justicia.”
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