Fernando González (en la documentación coetánea, Fredinandus
Gundisalviz; Castillo de Lara, c. 910 - Burgos, 970), más conocido en los
cantares de gesta y crónicas posteriores como Fernán González, fue conde de
Castilla y de Álava (931-944 y 945-970).
Fue hijo de Muniadona y Gonzalo Fernández, quien había sido
nombrado conde de Burgos y de Castilla, según se desprende de la Carta Puebla
de Brañosera, Munio Núñez sería antepasado suyo.
Biografía.
Personaje teñido de tintes legendarios, la base patrimonial
de su familia era el castillo de Lara (Lara de los Infantes), estableciendo un
poderoso linaje que alcanzará gran influencia en el reino leonés. Crece en el
castillo de Lara y hereda el título de su padre tras el apresamiento y muerte
de su tío Nuño Fernández.
En el año 929, Fernán González aparece en documentos con el
título de conde al frente del alfoz de Lara, dentro de la organización
administrativa de la marca oriental del reino de León. En el 931, Fernán
González logró reunir el gobierno de los condados de Burgos, Lara, Lantarón,
Cerezo y Álava y es mencionado como conde de Castilla por primera vez en un
documento del año 932.
En el 932, Ramiro II de León organizó una expedición contra
la fortaleza de Magerit a la que posiblemente acudió Fernán González; la ciudad
fue tomada así como su castillo obteniendo de ello un gran botín, sin embargo
Magerit fue retomada por los musulmanes tras ser abandonada por el monarca
leonés. Un año más tarde Abderramán III contraatacó cercando Osma y San Esteban
de Gormaz, Ramiro II acudió en ayuda de Fernán González logrando levantar el
cerco de San Esteban de Gormaz y venciendo a las huestes califales cerca de
Osma. En 934 Abderramán III avanzó nuevemente con su ejército por territorio
castellano, sin encontrar ninguna oposición. Asoló Álava, destruyó Burgos, y
cometió numerosos atropellos, como la matanza de 200 monjes en Cardeña. En el
viaje de retorno se encontró con que Ramiro II había tomado Osma, y estaba allí
esperándolo junto con Fernán González. Los leoneses derrotaron en batalla a los
musulmanes, "matando a muchos millares de ellos", según los Anales
Castellanos Primeros.
El conde de Castilla tuvo un papel destacado en la batalla
de Simancas (939) en la que fueron derrotadas las tropas del califa Abderramán
III. De 937 data el único documento original firmado por él que se conserva, un
acta notarial por la que dona una propiedad suya, el monasterio de Santa María
de Cárdaba (hoy en la provincia de Segovia), al monasterio de San Pedro de Arlanza
(Burgos). A continuación, conquistó Sepúlveda y la repobló (940), así como
Riaza y Fresno. Ese mismo año concedió un fuero a Sepúlveda, dicho fuero estaba
concebido para atraer repobladores a esa zona extremadamente peligrosa por su
situación fronteriza con las tierras musulmanas.
Viendo su poder acrecentado, empezó a actuar de manera cada
vez más independiente del reino de León, y siguiendo esta política, se casó con
Sancha Sánchez, hermana del rey de Navarra, García Sánchez I (más tarde se
casaría con su hija, Urraca Garcés).
Fernán González se sintió enormemente agraviado cuando el
Rey nombró a Ansur Fernández como conde de Monzón, condado que bloqueaba su
expansión hacia los territorios comprendidos entre el río Cea y el río Pisuerga
(excluyendo el Condado de Saldaña en el oeste).
Según Sampiro, en 944 "Fernán González y Diego Muñoz
ejercieron tiranía contra el rey Ramiro, y aun prepararon la guerra. Mas el
rey, como era fuerte y previsor, cogiólos, y uno en León y otro en Gordón,
presos con hierros, los echó en la cárcel." Ramiro entregó el gobierno de
Castilla al infante Sancho y al conde Ansur Fernández, que sería su ayo y
protector. Después de permanecer alrededor de un año en prisión, Ramiro II
liberó al traidor, no sin antes hacerle jurar fidelidad. Para dar solemnidad a
lo pactado, poco después se produjo la boda entre la hija del conde, Urraca
Fernández y su propio hijo y heredero, Ordoño. Estas disensiones internas
debilitaron el reino leonés, lo cual fue aprovechado por los musulmanes para lanzar
varias razzias de castigo con destino al reino cristiano. El arabista francés
Évariste Lévi-Provençal sospechaba que durante estos años Fernán González pudo
establecer algún tipo de amistad o de alianza con el califa de Córdoba, y que
las razzias dejaron en paz a la debilitada Castilla, y se dirigieron hacia la
zona occidental del reino.
Muerto Ramiro II en el 951, el reino de León quedó sumido en
una crisis dinástica que Fernán González supo aprovechar en su favor.
Inicialmente apoyó las reclamaciones de Sancho el Craso contra su hermano
Ordoño III, pero, al no prosperar su causa, se vio obligado a reconocer a
Ordoño como rey. Paralelamente, en el año 955 Fernán González derrotó a las
tropas musulmanas en San Esteban de Gormaz.
La temprana muerte de Ordoño III permitió al castellano
recuperar su capacidad de maniobra, aunque en esta ocasión no apoyó las
pretensiones de su antiguo aliado, el rey García Sánchez, que pretendía que
Sancho el Craso fuera rey de León, sino que se alineó con el primo de Ordoño III,
Ordoño IV, que fue elegido rey de León. Derrotado en el 960 por la intervención
navarra, fue capturado por García Sánchez en Cirueña, pero recuperó la libertad
tras hacer diversas concesiones territoriales.
Para reforzar su posición frente a los demás territorios
cristianos, casó a su hija Urraca Fernández con el hijo de Ramiro II, Ordoño
III. Más tarde, Urraca sería repudiada por Ordoño III gracias al apoyo que
prestó Fernán González a Sancho el Craso. Después de la muerte de Ordoño III,
Urraca se casó con Ordoño IV que por entonces era aliado de Fernán González, y
tras la muerte de Ordoño IV se casó con Sancho Garcés II de Navarra. Otra de
sus hijas, Muniadona (o Nuña), fue dada en matrimonio a Gómez Díaz, hijo del
conde de Saldaña, Diego Muñoz.
En el 963 pactó una tregua con Alhakén II tras la
destrucción de San Esteban de Gormaz por los musulmanes, el conde castellano
actuaba al margen de la debilitada autoridad real. En tal situación de
desorden, Fernán González fue asegurando lentamente su posición como señor
hereditario del condado de Castilla, llegando a gobernar un extenso territorio
desde el mar Cantábrico hasta más al sur del río Duero. Al morir, dejó el
condado a su hijo García Fernández, estableciendo así el principio de la
sucesión hereditaria en el título condal de Castilla.
Su vida y hechos fueron magnificados en un poema anónimo, el
Poema de Fernán González, escrito entre 1250 y 1271 y conservado en una copia
incompleta del siglo XV. Los restos de Fernán González fueron enterrados en el
Monasterio de San Pedro de Arlanza y posteriormente trasladados en 1841 a la
Colegiata de San Cosme y San Damián de Covarrubias junto con los de su esposa
Sancha.
Conde de Castilla, Burgos, Álava, Lantarón y Cerezo: 945 -
970 .
Predecesor: Ansur Fernández.
Sucesor: García Fernández.
Conde de Álava, Lantarón y Cerezo 931 – 944.
Predecesor: Álvaro Herrameliz.
Sucesor: Ansur Fernández.
Conde de Castilla y Burgos 945 – 970.
Predecesor: Gutier Núñez.
Sucesor: Ansur Fernández.
Nacimiento: c. 910 en Castillo de Lara.
Fallecimiento: 970 en Burgos.
Entierro: Colegiata de Covarrubias.
Familia:
Padre: Gonzalo Fernández.
Madre: Muniadona de Lara.
Cónyuge: Sancha Sánchez.ç
Descendencia: Gonzalo, Sancho, Munio, García, Muniadona,
Urraca, Fronilde
Citas CélebreS:
"Incontenida, la cólera es frecuentemente
más dañina que la injuria que la provoca."
"Si en verdad queremos amar, tenemos que
aprender a perdonar."
"Perdona siempre a tu enemigo. No hay
nada que le enfurezca más."
"Enseñemos a perdonar; pero enseñemos
también a no ofender. Sería más eficiente."
"Vengándose, uno iguala a su enemigo;
perdonando, uno se muestra superior a él."
"El arrepentimiento es el remordimiento
aceptado."
"Siempre es más valioso tener el respeto
que la admiración de las personas."
"Un hombre de carácter podrá ser
derrotado pero jamás destruido."
"Nada resulta más atractivo en un hombre
que su cortesía, su paciencia y su tolerancia."
"No me preocupa el no ser conocido. De lo
que trato es de hacerme digno de ser conocido."
"Nada es más necesario que la verdad y, con
relación a ella, todo lo demás no tiene más que un valor de segundo
orden."
“El hombre sensato cree en el destino; el
voluble, en el azar.”
“Agradece a la llama su luz, pero no olvides
el pie del candil que paciente la sostiene.”
“Miserable cosa es pensar ser maestro el que
nunca ha sido discípulo.”
“La libertad más difícil de conservar es la de
equivocarse.”
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