Carlos I (r. 1516–1556), el primer
monarca de la Casa de Austria, mostró un interés especial por la villa, tal vez
con la intención de establecer de forma definitiva la Corte en Madrid. Así
sostiene el cronista Luis Cabrera de Córdoba (1559–1623), en un escrito
referido a Felipe II:
El Rey Católico
[por Felipe II], juzgando incapaz la habitación de la ciudad de Toledo,
ejecutando el deseo que tuvo el emperador su padre [por Carlos I] de poner su
Corte en la Villa de Madrid, determinó poner en Madrid su real asiento y
gobierno de su monarquía.
El emperador impulsó diferentes obras
arquitectónicas y urbanísticas en Madrid. A él se debe la conversión del
primitivo castillo de El Pardo en palacio, situado en las afueras del casco
urbano. Las obras, dirigidas por el arquitecto Luis de la Vega, se iniciaron en
1547 y concluyeron en 1558, durante el reinado de Felipe II. De este proyecto
sólo se conservan algunos elementos que, como el Patio de los Austrias,
quedaron integrados en la estructura definitiva del Palacio Real de El Pardo,
fruto de la reconstrucción llevada a cabo en el siglo XVIII, tras el incendio
de 1604.
Otro de los edificios que el monarca
ordenó reformar fue el Real Alcázar de Madrid, un castillo de origen medieval,
que fue pasto de las llamas en 1734 y en cuyo solar se levanta en la actualidad
el Palacio Real. Duplicó su superficie con diferentes añadidos, entre los que
destacan el Patio y las Salas de la Reina y la llamada Torre de Carlos I, a
partir de un diseño de Luis de la Vega y Alonso de Covarrubias.
Entre los proyectos urbanísticos
promovidos por Carlos I, figura la demolición de la Puerta de Guadalaxara, el
acceso principal de la antigua muralla cristiana de Madrid, y su sustitución
por una más monumental, con tres arcos. Fue levantada hacia 1535 a la altura
del número 49 de la actual calle Mayor y el 2 de septiembre de 1582 desapareció
en un incendio.
Durante su reinado, se inauguraron
algunos templos religiosos, entre ellos el santuario de Nuestra Señora de
Atocha, que data de 1523. Fue derribado en 1888, ante su mal estado, y
reconstruido como basílica en el siglo XX.
Capilla del Obispo |
En 1541, se dispuso la ampliación de la
Iglesia de San Ginés, situada en la calle del Arenal, mediante un anejo
parroquial en la calle de la Montera, que recibió el nombre de San Luis Obispo.
Abrió sus puertas en 1689, en tiempos de Carlos II, y fue incendiado en 1935.
Sólo se conserva su fachada principal, que fue trasladada e integrada en la
estructura de la Iglesia de Nuestra Señora del Carmen, en la calle del Carmen.
El Convento de San Felipe el Real, de
1547, fue uno de los puntos de encuentro más importantes del Madrid de los
Austrias. Su lonja recibió el sobrenombre de mentidero de la villa, por los
rumores que allí se fraguaban.8 El edificio, destruido en 1838, poseía un
relevante claustro renacentista, compuesto por 28 arcos en cada una de sus dos
galerías.
Otro templo de la época es la Iglesia de
San Sebastián (1554–1575), que tuvo que ser reconstruida tras ser alcanzada por
una bomba durante la Guerra Civil.
La
Capilla del Obispo es, sin duda, la construcción religiosa de mayor interés
arquitectónico llevada a cabo en Madrid, en tiempos de Carlos I. Fue levantada
entre 1520 y 1535, como un anejo de la iglesia medieval de San Andrés. Responde
a una iniciativa de la familia de los Vargas, una de las más poderosas del
Madrid medieval y renacentista. Debe su nombre a Gutierre de Vargas y Carvajal,
obispo de Plasencia (Cáceres), su principal impulsor.
En el terreno social, el religioso Antón
Martín creó en 1552 el Hospital de Nuestra Señora del Amor de Dios, que estuvo
en la calle de Atocha, cerca de la plaza que lleva el nombre de su fundador.
En 1529, Carlos I ordenó que el Real
Hospital de la Corte, de carácter itinerante ya que acompañaba a la Corte en
sus desplazamientos, quedara establecido de forma fija en Madrid. Su edificio,
conocido como Hospital del Buen Suceso, estaba integrado por un recinto
hospitalario y una iglesia, que fueron concluidos en 1607. A mediados del siglo
XIX, se procedió a su derribo dentro de las obras de ampliación de la Puerta
del Sol, donde se encontraba.
En cuanto a las residencias palaciegas,
cabe mencionar la de Alonso Gutiérrez de Madrid, tesorero del emperador, cuya
estructura fue aprovechada, durante el reinado de Felipe II, para la fundación
del Monasterio de las Descalzas Reales. Recientes intervenciones en este
edificio han puesto al descubierto elementos originales del patio principal del
citado palacio.
El Palacio de los condes de Paredes de
Nava o Casa de San Isidro, donde tiene sus instalaciones el Museo de los
Orígenes, se encuentra en la plaza de San Andrés. Fue construido en el solar de
un antiguo edificio donde, según la tradición, vivió Iván de Vargas, quien, en
el siglo XI, dio alojamiento y trabajo a san Isidro. Data de la primera mitad
del siglo XVI.
Por su parte, la Casa de Cisneros data
del año 1537 y está construida en estilo plateresco. Situada entre la calle del
Sacramento y la plaza de la Villa, su primer propietario fue Benito Jiménez de
Cisneros, sobrino del cardenal Cisneros (1436–1517), de quien toma su nombre
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