En 1601, Felipe III, siguiendo los
consejos de su valido, el duque de Lerma, ordena el traslado de la corte a
Valladolid, donde permanece cinco años, con lo que en 1606 vuelve a Madrid.
Tras este regreso, Felipe III toma algunas decisiones que serían significativas
en el aspecto futuro de la ciudad: en 1616 ordena la construcción de la Plaza
Mayor y en 1618 adquiere y amplia con jardines y fuentes los terrenos que
actualmente conforman los Jardines del Retiro.
Su hijo y sucesor, Felipe IV, manda
construir, en 1625, la cuarta muralla de Madrid, que se mantendrá hasta
mediados del siglo XIX. Durante su reinado, la villa vivió un excepcional
período de esplendor cultural, con la presencia de genios de la talla de
Cervantes, Quevedo, Góngora, Velázquez, Lope de Vega o Calderón de la Barca.
Monasterio de la Encarnación |
Durante la dinastía de los Habsburgo la
villa sufre una transformación fundamental. El núcleo, medieval, alrededor de
la actual calle de Segovia, es trasladado hacia las cercanías del renovado
Alcázar y son construidos todos los edificios necesarios para la administración
de la Monarquía Hispánica: la Ceca (en la actual plaza de Oriente), el Palacio
de los Consejos (actual Capitanía General), la Cárcel de Corte (actual palacio
de Santa Cruz, sede del Ministerio de Asuntos Exteriores), etc. También se
multiplican el número de iglesias parroquiales y capillas, de las cuales han
sobrevivido importantes ejemplos como la iglesia de San Cayetano, la Capilla de
San Isidro o la iglesia de San Ginés.
Entre los conventos, además de la
Encarnación y las Descalzas Reales, se amplía el Monasterio de los Jerónimos y
fijan sede en la ciudad la mayor parte de las órdenes religiosas de mayor
implantación, como los dominicos (Basílica de Nuestra Señora de Atocha), los
franciscanos (actual capilla del Hospital de la Orden Tercera de San
Francisco), los jesuitas (Basílica de San Isidro, Colegio Imperial), Convento
de las Trinitarias -actual sede del Arzobispado General Castrense-). También se
establecen las órdenes militares (Monasterio de las Comendadoras de Santiago, Monasterio
de las Calatravas, etc.). Por último, se dota al municipio de una nueva sede,
con la construcción del Casa de la Villa (sede antigua del ayuntamiento) en la
actual Plaza de la Villa, y diversas dependencias para los gremios en lo que se
convertiría en la Plaza Mayor.
Los primeros Borbones y la ilustración.
A la muerte de Carlos II, estalla la
Guerra de Sucesión Española, en la que Madrid apoya desde el principio a Felipe
de Anjou como a Felipe V. Si bien la ciudad es ocupada en 1706 por los ejércitos
angloportugueses, que proclamaron rey al Archiduque Carlos de Austria con el
nombre de Carlos III, y nuevamente en 1710, se mantuvo fiel a Felipe V (tras su
segunda entrada en Madrid, el archiduque Carlos hizo el comentario "esta
ciudad es un desierto").
Felipe V comenzará una reforma incipiente
del urbanismo de la capital. Las primeras transformaciones urbanas se iniciaron
en la periferia suroeste durante el corregimiento del Marqués de Vadillo
(1715-1730). Bajo la dirección de Pedro de Ribera, se levantan el Puente de
Toledo y su acceso y se planifica la orilla izquierda del Manzanares, donde se
levanta la iglesia de la Virgen del Puerto. Al mismo tiempo, se inicia la
construcción del Palacio Real, cuyas obras comienzan en 1738 en el solar del
antiguo alcázar, destruido por un incencio en 1734 (en cualquier caso, la
excesiva austeridad del alcázar no era muy del agrado del rey, acostumbrado a
las cortes francesas). La construcción del palacio corrió a cargo de Juan
Bautista Sachetti y se prolongó hasta 1764, ya en el reinado de Carlos III,
interviniendo en ella los arquitectos Sabatini y Ventura Rodríguez.
Tras las reformas de Fernando VI, que
mandó construir el Convento de las Salesas Reales (Madrid), accede al trono
Carlos III, que sería conocido como el mejor alcalde de Madrid. Carlos III se
propuso hacer de Madrid una capital digna de tal nombre, con la construcción de
paseos, la creación de sistemas de alcantarillado e iluminación pública, el
pavimentado de calles y la ornamentación de la ciudad con distintos monumentos.
Se inicia también la construcción de cementerios en las afueras de la ciudad en
lugar de en las iglesias y conventos.
A pesar de ser conocido como uno de los
mayores benefactores de Madrid, sus comienzos no fueron del todo tranquilos,
puesto que en 1766 tuvo que superar el motín de Esquilache, un estallido
tradicionalista instigado por la nobleza y el clero contra los aires
renovadores que traía Carlos III que puso como excusa el decreto sobre
indumentaria que ordenaba el acortamiento de las capas y la prohibición del uso
de los sombreros que ocultasen la cara.
Una institución típicamente ilustrada, la
Real Sociedad Económica de Amigos del País (nacida diez años antes en el País
Vasco) se funda en su versión madrileña en 1775 con el apelativo Matritense, a
iniciativa de Campomanes. Su sede está en la Torre de los Lujanes, frente al
ayuntamiento.
Del reinado de Carlos III datan la
Basílica de San Francisco el Grande (1761-1770); la Casa de Correos
(1766-1768), actual sede de la Presidencia de la Comunidad de Madrid; la Casa
Real de la Aduana (1769), actual sede del Ministerio de Hacienda; la Puerta de
Alcalá (1769-1778) o el Palacio de Buenavista, actual Ministerio de Defensa
(1777).
Plaza Mayor |
Otros hitos son la apertura al público
del Parque del Buen Retiro (1761); el inicio de las obras del Salón del Prado
(1775, posteriormente Paseo del Prado), con las fuentes de Neptuno, Apolo y
Cibeles) y el Museo del Prado (1785), cuyo edificio fue concebido en principio
como sede del Real Gabinete de Historia Natural. También la reconstrucción del
Hospital General (1776, en la actualidad Museo Nacional Centro de Arte Reina
Sofía o la creación del Jardín Botánico (1781), sustituyendo al anterior de
Migas Calientes. También se activa el proyecto de la Cuesta de San Vicente
(1767-1777) y se construye la calle Real.
El reinado de Carlos IV, en medio de los
cataclismos que asolan Europa, no es muy significativo para Madrid. El único
hecho de mención es el comienzo de la remodelación definitiva de la Plaza Mayor
(1790).
La población de la ciudad creció con el
progreso y paz vividos desde la llegada al trono de Fernando VI. En 1787 se
realiza el primer censo oficial de Madrid, que da fe de la existencia de
156.672 habitantes en la ciudad.
Sin embargo, la ciudad, encorsetada por
la cerca de 1625, no crece en consonancia. Esto hizo subir los precios de las
viviendas, así como que se edificara en cualquier hueco disponible, aumentando
de este modo la insalubridad y el hacinamiento. Aun así, la población más
desfavorecida ni siquiera podía aspirar a un mísero cuartucho en el interior de
la cerca, por lo que se ve obligada a establecerse fuera de ella. Surgen de
esta forma suburbios miserables al sur de la ciudad, como los de Injurias y
Peñuelas, y alguno más decente al norte, como el de Chamberí.
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