Las noticias de los hechos de Madrid se
extendieron desde la misma tarde del 2 de mayo por todo el país, provocando las
primeras reacciones de indignación y solidaridad, a la vez que las primeras
declaraciones a favor de un levantamiento armado general en un clima de
confusión ante la fragmentación de los distintos representantes del gobierno y
el surgimiento de órganos de poder locales o Juntas. El llamado Bando de los
alcaldes de Móstoles, promulgado por Andrés Torrejón y Simón Hernández, fue la
primera iniciativa desde el ámbito local que contribuyó al desprestigio de la
Junta de Gobierno, designada por Fernando VII, ante la declaración de Murat del
6 de junio en la que justificaba los excesos de la represión.
Cuadro Fusilamientos Cuartel de la Montaña del 2 de Mayo |
Las instrucciones de Fernando VII al
marchar hacia Bayona (Francia) fueron terminantes: mientras él estuviera fuera
del país, las instituciones españolas debían cooperar con los generales galos.
En un primer momento, la administración en pleno acató la orden: desde el
Consejo de Castilla hasta los corregidores municipales. Pero conforme avanzó el
levantamiento, las instituciones, emplazadas entre los rebeldes y un ejército
francés resuelto a combatir con dureza la sublevación, perdieron el control de
la situación y se volvieron inoperantes. El resultado fue un vacío de poder:
con la desorientación producida por el reciente trasvase de coronas, el Rey
ausente y el país en estado de preguerra, el entramado institucional del
Antiguo Régimen se desmoronó y los sublevados ocuparon el espacio que dejó la
vieja administración.
El 19 de mayo, Napoleón aprobó la
convocatoria a 150 representantes de los diferentes estamentos para la asamblea
que se ocuparía del Estatuto de Bayona. De la noche el 22 al 23 de mayo, y una
vez difundidas las noticias de las abdicaciones de Bayona, la insurrección se
inicia en la ciudad de Cartagena que por entonces era Departamento de Marina y
de Artillería, creándose en ella la primera Junta General de Gobierno. Desde
Cartagena se mandan correos a las ciudades de Valencia, Granada y Murcia,
"con el aviso de la resolución que se había formado en Cartagena, su
Departamento de Marina y numerosa guarnición, convidando a dichas ciudades para
el mismo objeto" avisando de ello en todas las ciudades y pueblos por los
que pasaban estos correos, así como a la escuadra del Departamento de Cartagena
que se encontraba en Mahón y que se dirigía a Tolon para unirse a la escuadra
francesa, ordenándole que volviera a Cartagena. La insurrección comienza en los
días siguientes en Valencia, Granada, Lorca y Orihuela. En Zaragoza, José de
Palafox y Melci toma el control de la ciudad tras entregar el mando el Capitán
General Guillelmi a su segundo, produciéndose el primero de los Sitios de
Zaragoza. Mientras en Murcia, el antiguo Secretario de Estado, Floridablanca
(1728-1808) preside la recién constituida Junta local de Murcia. Estas Juntas
se crean en todas las ciudades levantadas, tras crearse la Junta General de
Gobierno de Cartagena.
Al extenderse la insurrección, en las
ciudades y pueblos alzados se fueron formando juntas locales. Integraban dichas
juntas los notables de cada ciudad o municipio: propietarios, comerciantes, clérigos,
abogados y nobles, muchos con experiencia en las instituciones del Antiguo
Régimen. De este modo, las élites locales, gentes de orden y extracción social
conservadora, asumieron el control de una revuelta popular en su origen.
Nacidas para solventar una situación imprevista, las juntas tuvieron un
carácter provisional y por ello limitaron su actividad a organizar la
resistencia, sostener el esfuerzo de guerra, garantizar la intendencia y
preservar el orden público. Sin embargo, su mera existencia entrañaba un cariz
revolucionario, pues, a diferencia de las instituciones del Antiguo Régimen no
eran un poder designado por la Corona, sino constituida desde abajo, y por eso
establecieron una nueva lógica: el ejercicio de la soberanía de facto por instituciones
cuya legitimidad no provenía de la Monarquía.
Levantamientos Guerra de la Independencia |
Las juntas locales resultaron eficaces al
inicio del levantamiento. No obstante, para hacer frente al Ejército Imperial
hacía falta algo más que una pléyade de instituciones municipales dispersas. De
ahí que las juntas de los pueblos y ciudades fueran, poco a poco, coordinando
su acción y agrupándose: mediado el verano había dieciocho juntas provinciales
en la mitad sur de la Península, territorio controlado por los rebeldes. En
Sevilla, la Junta local adopta el nombre de Junta Suprema de España e Indias,
impulsora del texto considerado como la declaración de guerra formal emitido el
6 de junio.14 Ese mismo día, un ejército compuesto por militares y milicias
campesinas logran impedir la marcha de las columnas imperiales a su paso por el
puerto del Bruch, causando la primera derrota relevante del ejército francés.
También éste día 6 de junio fue la contienda de Valdepeñas, en la que la villa
de Valdepeñas fue incendiada, consiguiendo la población, sin ejército alguno,
cortar la comunicación entre Madrid y Andalucía, logrando la evacuación
francesa de La Mancha y el retraso francés en la batalla de Bailén.
El 25 de septiembre de 1808 las juntas
provinciales dieron un paso más y se unieron en una Junta Suprema Central,
presidida por el conde de Floridablanca, antiguo Secretario de Estado con
Carlos IV, quien ejerció las funciones de gobierno entre septiembre de 1808 y
enero de 1810.
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