La Guerra de la Independencia, a pesar de
los últimos estertores absolutistas del reinado de Fernando VII, alumbró un
nuevo país, con un carácter liberal y burgués, abierto a las influencias que
venían del resto de Europa. Madrid, la capital de España, experimenta como
ninguna otra ciudad las transformaciones originadas por esta apertura y se
llena de teatros, cafés y periódicos. Es el Madrid romántico, alterado
frecuentemente por brotes revolucionarios y pronunciamientos, como por ejemplo
el de Vicálvaro de 1854, dirigdo por el general O'Donnell y con el que se
inicia el bienio progresista.
Piano de Epoca |
Pero no son solo cafés y teatros los que
van cambiando la fisonomía de la ciudad. En 1836 se crea la Universidad
Central, nacida como resultado del traslado definitivo de la antigua
Universidad de Alcalá a la capital. En 1850 se inaugura el palacio de las
Cortes, actual Congreso de los Diputados y el 9 de febrero de 1851 el
ferrocarril Madrid-Aranjuez, el segundo tramo de la península. Hacia 1858 el
suministro de agua de la capital se racionaliza, construyéndose el Canal de
Isabel II, el cual trae el agua del Lozoya a Madrid.
Por lo que se refiere al trazado de la
ciudad, Madrid no sufrió ninguna transformación significativa hasta mediados
del siglo XIX, época en que se demolieron conventos y se abrieron nuevas calles
y plazas, a raíz de la desamortización de Mendizábal (1834-1855). El primer
crecimiento significativo de la ciudad se produjo hacia 1860, cuando la
burguesía consiguió la demolición de la cerca de Felipe IV, gracias al plan
Castro y la realización de los ensanches. A partir de la restauración de
Alfonso XII, la ciudad va adquiriendo otro carácter, reflejado en las novelas y
escritos de Pérez Galdós y Baroja. Madrid superaba ya los 400.000 habitantes y,
como consecuencia de la expansión de la ciudad, empiezan a crearse los primeros
medios de transporte público. En 1871 se abren las primeras líneas de tranvía,
que unen la Puerta del Sol con los barrios más alejados del centro.
Reloj de Mesa de Epoca |
Aun así, a principios del siglo XX Madrid
conservaba todavía más trazos propios de una antigua villa que de una ciudad
moderna. Durante el primer tercio del siglo XX la población casi se duplica,
llegando a superar los 950.000 habitantes. La necesidad de infraestructuras que
dicho crecimiento trajo consigo fomentaron la absorción, siguiendo las vías de
comunicación radiales, de distintos núcleos de población hasta entonces
independientes de la capital: hacia el suroeste los Carabancheles (Alto y
Bajo); hacia el norte, Chamartín de la Rosa; por la carretera de Valencia,
Vallecas; por la carretera de Aragón, Vicálvaro y Canillejas; y por la carretera
de Burgos, Fuencarral. Nuevos arrabales como las Ventas, Tetuán o el Carmen,
daban acogida al recién llegado proletariado, mientras en los ensanches se
instalaba la burguesía madrileña.
Este comienzo de siglo es una época de
auge del terrorismo anarquista. El 31 de mayo de 1906 Alfonso XIII contraía
matrimonio con Victoria Eugenia de Battenberg. Cuando la comitiva se disponía a
salir de la calle Mayor, el anarquista Mateo Morral, desde el número 88, arroja
una bomba camuflada en un ramo de flores. La pareja real resulta ilesa pero la
explosión provoca una masacre alrededor de la carroza. En 1912, el anarquista
Manuel Pardiñas asesina de tres disparos ante la librería San Martín, en plena
Puerta del Sol, al presidente del gobierno, José Canalejas.
Los años 1920 fueron años de prosperidad,
reflejados en la apertura, con el fin de descongestionar el casco antiguo, de
la Gran Vía (véase: Historia de la Gran Vía); en el proyecto de urbanismo
moderno del ingeniero urbanista Arturo Soria, la Ciudad Lineal; o en la
extensión del ferrocarril metropolitano, cuyo primer tramo (Sol-Cuatro Caminos)
se había inaugurado en 1919.
Citas Célebres:
"Ser celoso es el colmo del egoísmo, es el amor propio
en defecto, es la irritación de una falsa vanidad."
“Servid cien veces, negaos una, y nadie se acordará más que
de vuestra negativa. “
“Es más fácil amar a la humanidad en general que al vecino.”
"Me ató a sus brazos, con placer tan fuerte, que, como
vez, ni aun muerta me abandona."
“Para obrar, el que da debe olvidar pronto, y el que recibe,
nunca.”
“Yo creo que es mejor pensar que Dios no acepta sobornos.”
“La injusticia hecha a uno sólo es una amenaza dirigida a
todos.”
“Quien sólo busca el aplauso de los demás, pone su felicidad
en manos ajenas.”
“No son los ojos los que ven, sino que nosotros vemos por
medio de los ojos.”
“El lujo de ser mejores que los demás hay que pagarlo: la
sociedad exige un tributo que ha de pagarse en tiras de pellejo.”
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