Tras las campañas del verano de 1808: el
primero de los Sitios de Zaragoza (15 de junio de 1808 hasta el 15 de agosto de
1808) y la batalla de Bailén (19 de julio), con la entrada en Madrid de
Castaños y González Llamas el 5 de septiembre se puso de manifiesto la
dificultad entre los diferentes niveles del poder español para constituir una
autoridad única tanto política como militar con la que consolidar los progresos
realizados hasta entonces, que habían llevado al repliegue francés hacia el
norte del valle del Ebro, y afrontar el contraataque general napoleónico, una
vez dispuesta la llamada Grande Armée.
Rendición Batalla de Bailén |
A las rivalidades entre los altos mandos
militares, que emprendían acciones sin coordinación, se sumaba la de la
divergencia política sobre la reforma del sistema del Antiguo Régimen y el
surgimiento de reclamaciones particulares en cada territorio, al amparo del
clima de federalismo de facto favorecido desde las diferentes juntas
provinciales. A pesar de ello, un acuerdo general permitió constituir el 25 de
septiembre de 1808 en Aranjuez la denominada Junta Suprema Gubernativa,
presidida por Floridablanca y con un poder limitado, y la Junta Militar,
presidida por los generales Castaños, Castelar, Morla, González Llamas, Marqués
de Palacio y Bueno, cuya acción resultó ineficaz como demostrarían la sucesión
de acontecimientos posteriores. Pocas semanas antes de la entrada de la Grande
Armée, las fuerzas españolas lograron tomar el control de Logroño (10 de
septiembre) y desplegar posiciones en torno a Tudela, a donde llegó Castaños el
17 de octubre, y Burgos, hacia donde se había dirigido desde Madrid el ejército
de Extremadura con el general Bellvedere al frente el 29 de octubre.
Mientras tanto la situación en el País
Vasco iba tensándose. Bilbao, la única capital de provincia que no había sido
ocupada por los invasores se sublevó en la noche del 5 al 6 de agosto y
proclamó como rey de España a Fernando VII. Los municipios vizcaínos comenzaron
a movilizar sus milicias. Los líderes rebeldes lanzaron una proclama al resto
de España alardeando de patriotismo español frente a los invasores, pero el 16
de agosto las tropas napoleónicas dirigidas por el general
Christophe-AntoineMerlin reconquistó la ciudad tras vencer una obstinada
resistencia. Bilbao fue saqueada y también lo fueron Begoña y Deusto, que
entonces no eran barrios de Bilbao sino municipios aparte. Las fuerzas
españolas del ejército de Galicia o de «la izquierda», mandadas por el teniente
general de origen irlandés Joaquín Blake, expulsaron a los franceses de Bilbao
el 19 de septiembre. El mariscal Ney conquistó otra vez Bilbao y volvió a
saquearla. Tras diversas ofensivas y contraofensivas, el mariscal Lefebvre
derrotó a Joaquín Blake en la batalla de Zornotza y recuperó definitivamente
Bilbao el 2 de noviembre. En menos de tres meses Bilbao cambio seis veces de
manos y sufrió una revolución, una gran batalla y dos saqueos.
Guerra de la Independencia |
Napoleón llegó a Bayona el 2 de
noviembre. No le gustaron las operaciones de sus mariscales en torno a Bilbao
porque su plan maestro era dejarse envolver por los flancos y a continuación,
cuando los españoles creyesen tenerlo atrapado, romper por el centro con
fuerzas abrumadoras. Una vez hecho esto, podía caer sobre cada ala española y
aplastarlas antes de ir derecho a por Madrid. Se enfadó más cuando supo que sus
fuerzas habían sufrido una pequeña derrota táctica en Valmaseda el 5 de
noviembre, pero pronto iban a cambiar las tornas. Algunos historiadores agrupan
estas dos primeras fases en una sola.
Intervención de la Grande Armée: dominación y resistencia (diciembre 1808-abril 1812).
Sin embargo, Napoleón interviene
directamente al mando de un ejército de 250 000 hombres, la Grande Armée. Se
trata de un ejército veterano, acostumbrado a los movimientos rápidos y a vivir
sobre el terreno, que arrolla rápidamente la resistencia española y a los
ejércitos británicos desembarcados en la península, mandados por el general
John Moore. Después de la entrada del emperador en Madrid, tras la batalla de
Espinosa de los Monteros y la batalla de Somosierra (30 de noviembre de 1808) y
las tremendas derrotas de Uclés (13 de enero de 1809), el segundo de los Sitios
de Zaragoza (del 21 de diciembre de 1808 hasta el 21 de febrero de 1809) y
Ocaña (noviembre de 1809), la Junta Central —a cargo del gobierno de la España
no ocupada— abandona la Meseta para refugiarse, primero en Sevilla, y luego en
Cádiz, que resiste un largo y brutal asedio. Desde ahí, la Junta Central asiste
indefensa a la capitulación de Andalucía.
Napoleón se disponía a partir en
persecución del cuerpo expedicionario británico de Moore, cuando tuvo que salir
hacia Francia con urgencia porque el Imperio austríaco le había declarado la
guerra (6 de enero de 1809). Dejó la misión de rematar la guerra en el noroeste
en manos del mariscal Soult, que ocupó Galicia tras la batalla de Elviña y
luego giró al sur para atacar Portugal desde el norte, dejando el cuerpo del
mariscal Ney en su retaguardia con la misión de colaborar en la ocupación de
Asturias. Sin embargo, la resistencia popular, apoyada por los suministros de
armas de la flota británica, hizo imposible la pacificación de Galicia, que
tuvo que ser evacuada tras la derrota de Ney en la batalla de Puentesampayo
(junio de 1809). La sublevación popular, dirigida por el capitán Cachamuíña en
Vigo, supuso que ésta fuera la primera plaza reconquistada a los franceses en
Europa (28 de marzo de 1809). Galicia y Valencia permanecieron libres de tropas
francesas, aunque Valencia terminó capitulando en enero de 1812.
De Arapiles a San Marcial: retirada y derrota (1812-1814).
Tras la salida de Napoleón de España en
enero de 1809, los españoles lanzaron una serie de violentos contraataques,
buscando a toda costa la batalla decisiva, un nuevo Bailén. Se consiguieron
algunas pequeñas victorias en batallas campales pero las derrotas fueron mucho
más numerosas hasta la catástrofe definitiva en la batalla de Ocaña. Tras este
desastre absoluto, Andalucía cayó sin apenas resistencia pero justo entonces,
en febrero de 1810, Napoleón anunció oficialmente la creación de una serie de gobiernos
militares en Cataluña, Aragón, Navarra y el País Vasco, dirigidos por militares
subordinados directamente a París, sin pasar por el gobierno «español» de José
Bonaparte. A esto habría que añadir la anexión formal, por decreto del 26 de
enero de 1812, de Cataluña al imperio francés, con su división en cuatro
departamentos (Ter, Segre, Montserrat y Bocas del Ebro) y la incorporación de
los municipos aragoneses de Fraga y Mequinenza, mientras el Valle de Arán era
adscrito al departamento del Alto Garona.
Batalla de Somosierra |
Las guerrillas, que eran ya muy numerosas
en todas las provincias ocupadas, aumentaron de número y durante los siguientes
dos años tuvo lugar una lucha brutal y desesperada. Hubo que esperar al verano
de 1812 para que los aliados anglo-hispano-portugueses pudieran lanzar una gran
ofensiva y derrotar a los franceses en la batalla de los Arapiles, obligando a
José Bonaparte a huir temporalmente de Madrid. Los franceses evacuaron
definitivamente Andalucía. Wellington llegó hasta Burgos pero se atascó asediando
el castillo y las fuerzas napoleónicas reagrupadas pudieron contraatacar y
empujarle de nuevo hasta Portugal. Mientras tanto, la campaña de Rusia absorbía
el grueso de los recursos franceses. Por lo tanto, durante 1813 el ejército
francés fue retirándose y perdiendo territorio. Los franceses abandonaron casi
todas sus plazas, y tras la batalla de Vitoria el 21 de junio de 1813, fueron
expulsados de España. En octubre de 1813 los aliados cruzaron los Pirineos. La
guerra prosiguió en Francia, donde finalmente, Napoleón pidió la paz. Las
tropas aliadas habían entrado hasta Burdeos, y posiblemente, de no haber sido
frenadas, hubieran entrado en París antes que los austríacos, prusianos y
rusos. Fernando VII pudo finalmente regresar a España el 22 de marzo de 1814.
Hay que resaltar que Cataluña continuó
formalmente perteneciendo al imperio francés hasta el 28 de Mayo de 1814, con
la retirada ordenada de todas sus tropas al mando del general Pierre Joseph
Habert. Por aquel entonces incluso Napoleón ya había abdicado (Tratado de
Fontainebleau, 14 de abril de 1814).
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