En marzo de 1766 se produjo el Motín de
Esquilache. Su detonante fue la orden de cambiar la capa larga y el sombrero de
ala ancha de los madrileños por la capa corta y el sombrero de tres picos. La
tensión subió gracias a los pasquines que circulaban por la capital y que
aparecían en sitios públicos, pasquines cuyo léxico y ortografía sólo podían
provenir de hombres con cultura. La manipulación realizada por sectores
nobiliarios y eclesiásticos lo convirtió en un ataque directo a la política reformista
llevada a cabo por ministros extranjeros del gobierno del Rey.
En Madrid el punto álgido de la revuelta se
produjo cuando la muchedumbre que se había congregado frente al Palacio Real se
topó con la Guardia Valona, que en 1764 había cargado contra el gentío durante
la boda de una de las hijas del rey, la infanta María Luisa, con el futuro
emperador de Austria. Se produjo una refriega y hubo bajas por ambas partes,
sin que la Guardia Española interviniera. Carlos III recabó el parecer de sus
consejeros, y aunque recibió opiniones contrapuestas, acabó siguiendo el
consejo del conde de Revillagigedo, que declaró que dimitiría de su cargo antes
que ordenar disparar a la multitud.
De Madrid, el levantamiento se trasladó a
ciudades como Cuenca, Zaragoza, La Coruña, Oviedo, Santander, Bilbao,
Barcelona, Cádiz y Cartagena entre otras muchas. Pero mientras que en Madrid
las quejas se referían al gobierno de la nación, en las provincias las quejas
se dirigían contra las autoridades locales, lo cual revela un problema
subyacente de corrupción e incompetencia administrativa.
Los amotinados exigieron la reducción del
precio de los alimentos y la supresión de la Junta de Abastos, la derogación de
la orden sobre la vestimenta, el cese de ministros extranjeros de Carlos III,
su sustitución por españoles y un perdón general. El Monarca desterró a
Esquilache y nombró en su lugar al conde de Aranda. Se tomaron medidas para
acelerar la importación de cereales desde Sicilia y se reformaron los gobiernos
concejiles, añadiendo a éstos diputados del estado llano elegidos por sufragio.
La política religiosa
Desaparecidos los ministros extranjeros, el
Rey se apoyó en los reformistas españoles, como Pedro Rodríguez de Campomanes,
el conde de Aranda o el conde de Floridablanca. Campomanes, nombrado fiscal del
Consejo de Castilla, trató de demostrar que los verdaderos inductores del motín
de Esquilache habían sido los jesuitas. Se nombró una comisión de investigación
y sus principales acusaciones fueron:
Sus grandes riquezas.
El control de los nombramientos y de la
política eclesiástica.
Su apoyo al papa.
Su participación en los asuntos de Paraguay.
Su intervención en dicho motín.
Sectores de la nobleza y diversas órdenes
religiosas estuvieron claramente en contra. Por todo ello, mediante el decreto
real del 27 de febrero de 1767, se les expulsó de España y todos sus dominios y
posesiones fueron confiscados.
Reformas
La expulsión de los jesuitas se quiso
aprovechar para realizar una reforma de la enseñanza que debía fundamentarse en
las disciplinas científicas y en la investigación. Sometió las universidades al
patronazgo real y creó en Madrid los Estudios de San Isidro (1770), como centro
moderno de enseñanza media destinado a servir de modelo, y también las Escuela
de Artes y Oficios, que han perdurado hasta el siglo XX (cuando pasaron a
llamarse Escuelas de Formación Profesional, EFP). Las propiedades de los
jesuitas sirvieron para crear nuevos centros de enseñanza y residencias
universitarias. Sus riquezas, para beneficiar a los sectores más necesitados,
se destinaron a la creación de hospitales y hospicios.
Promovió un nuevo plan de Estudios
Universitarios, que fue duramente contestado por la Universidad de Salamanca,
proponiendo un plan propio, que a la postre fue implantado años después.
El impulso hacia la reforma de la agricultura
durante el reinado de Carlos III vino de mano de las Sociedades Económicas de
Amigos del País creadas por su ministro José de Gálvez. Campomanes, influido
por la fisiocracia centró su atención en los problemas de la agricultura. En su
Tratado de la Regalía de la Amortización, defendió la importancia de ésta para
conseguir el bienestar del Estado y de los ciudadanos y la necesidad de una
distribución más equitativa de la tierra.
En 1787, Campomanes elaboró un proyecto de
repoblación de las zonas deshabitadas de las tierras de realengo de Sierra
Morena y del valle medio del Guadalquivir, creando las Nuevas Poblaciones de
Andalucía y Sierra Morena. Para ello, y supervisado por Pablo de Olavide,
intendente real de Andalucía, se trajeron inmigrantes centroeuropeos. Se
trataba principalmente de alemanes y flamencos católicos, para fomentar la
agricultura y la industria en una zona despoblada y amenazada por el
bandolerismo. El proyecto fue financiado por el Estado. Se fundaron así nuevos
asentamientos, como La Carolina, La Carlota o La Luisiana, en las actuales
provincias de Jaén, Córdoba y Sevilla.
Se reorganizó el ejército, al que dotó de unas
Ordenanzas en 1768 destinadas a perdurar hasta el siglo XX, se impulsó el
comercio colonial formando compañías, como la de Filipinas, y mediante el
Reglamento de libre comercio de 1778 que liberalizó el comercio con América.
También destaca el Decreto de libre comercio de granos de 1765.
Otras medidas reformistas del reinado fueron
la creación del Banco de San Carlos, en 1782, y la construcción de obras
públicas, como el Canal Imperial de Aragón y un plan de caminos reales de
carácter radial, con origen en Madrid y destino a Valencia, Andalucía, Cataluña
y Galicia.
Hizo un ambicioso plan industrial en el que
destacan como punteras las industrias de bienes de lujo: Porcelana del Buen
Retiro, Cristales de la Granja y traslada la Platería Martínez a un edificio en
el paseo del Prado, pero no faltaron muchas otras para la producción de bienes
de consumo, en toda la geografía española.
Entre los planteamientos teóricos para el
desarrollo de la industria destacó el Discurso sobre el fomento de la industria
popular de Campomanes, para mejorar con ella la economía de las zonas rurales y
hacer posible su autoabastecimiento. Las Sociedades Económicas de Amigos del
País se encargaron de la industria y su teoría en esta época.
Hizo hospitales públicos, servicios de
alumbrado y recogida de basura, uso de adoquines, una buena red de
alcantarillado. En Madrid, un ambicioso plan de ensanche, con grandes avenidas,
monumentos como la Cibeles, Neptuno, la puerta de Alcalá, la fuente de la
Alcachofa…, la construcción del jardín botánico (trasladando al Paseo del Prado
el antiguo de Migas Calientes), el hospital de San Carlos (hoy Museo Reina
Sofía), el edificio del Museo del Prado (destinado originalmente a museo de
Historia Natural).
Citas Célebres:
"Ningún descubrimiento se haría ya si nos contentásemos con lo que sabemos". "Es un hecho que el hombre tiene que controlar la ciencia y chequear ocasionalmente el avance de la tecnología". "El arte es un compendio de la naturaleza formado por la imaginación". "De virtud hay una especie, de maldad, muchas". "La ciencia se compone de errores, que a su vez son los pasos hacia la verdad". "La inteligencia consiste no sólo en el conocimiento, sino también en la destreza de aplicar los conocimientos en la práctica". "Cuando hayas de sentenciar procura olvidar a los litigantes y acordarte sólo de la causa". "La ignorancia afirma o niega rotundamente; la ciencia duda". "Saber mucho da ocasión de dudar más". "El tiempo no es sino el espacio entre nuestros recuerdos". "Uno no puede hablar acerca del misterio, uno debe ser cautivado por él". "Con el conocimiento se acrecientan las dudas". "Terrible es el error cuando usurpa el nombre de la ciencia". "El hombre nunca mira al cielo porque siempre lo tiene a la vista". "Cuando era más joven podía recordar todo, hubiera sucedido o no".
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