sábado, 2 de enero de 2016

TEATRO REAL

La historia prestigiosa del Real.
Los años de esplendor del Teatro Real se iniciaron en el último cuarto del siglo XIX. Se presentaron en el Teatro las voces más prestigiosas del panorama europeo, como Adela Borghi, Marie Sasse, Adelina Patti, Christina Nilsson, Luisa Tetrazzini, Mattia Battistini, Julián Gayarre, Angelo Masini, Francesco Tamagno o Enrico Tamberlick. Se produjeron representaciones memorables, como la del 23 de diciembre de 1880, en la que Patti y Gayarre cantaron Lucia di Lammermoor, de Donizetti. El propio Gayarre protagonizó uno de los episodios históricos del teatro al manifestar durante una representación de Los pescadores de perlas, en diciembre de 1889, los primeros síntomas de la pulmonía que le llevaría a la muerte un mes más tarde.
En 1876 se representó por primera vez en el Teatro una ópera de Wagner, Rienzi, aún lejos del gran éxito que tendrían sus composiciones en este teatro quince años más tarde. En esta etapa, grandes compositores españoles como Tomás Bretón, Ruperto Chapí o Emilio Serrano pudieron ver sus obras representadas en el Real. En los años ochenta como director escénico estuvo el decano de la escena José García Fernández.
El Real en el siglo XX.
En el primer cuarto del siglo XX destacó la presencia en el Real de grandes cantantes españoles, como María Barrientos, Ofelia Nieto, Ángeles Ottein, María Gay, Miguel Fleta, Hipólito Lázaro o Francisco Viñas. También las grandes figuras líricas extranjeras (Rosina Storchio, Gabriella Besanzoni, Tito Schipa, Titta Ruffo, Giuseppe Anselmi, Giacomo Lauri-Volpi...). El director italiano Luigi Mancinelli ejerció de director musical, impulsando el prestigio internacional del Teatro. Dominaban el repertorio las óperas de Puccini (Tosca, La Bohème) y Wagner (Lohengrin o La valquiria). La Filarmónica de Berlín dio conciertos en el teatro, dirigida por Arthur Nikisch, en 1901 y Richard Strauss, en 1908.
A partir de entonces, el teatro sufrió poco a poco un enorme declive, ya que a pesar de la representación de grandes óperas y la dirección de habilidosos conservadores como Andrés Coello, las crisis económico-políticas y diversos factores (incendio del teatro en 1867) causaron su ruina. Pero se volvió a levantar durante años un sólido proyecto en el que fueron partícipes Rafael Calleja Gómez y Luis París; las mejores óperas de Europa fueron traducidas y estrenadas gracias a José María Alvira, el maestro de su academia, y otros maestros, y el coliseo gozó de momentos de gloria, como cuando vio pasar por su escenario al gran bailarín Nijinsky, en la que sería una de sus últimas actuaciones, en 1917, o cuando Igor Stravinski dirigió en persona su ballet Petrushka, en el año 1921, ambos integrados en la compañía de los Ballets Rusos de Sergéi Diágilev, que visitaron el teatro varias veces, con gran éxito.
El 6 de noviembre de 1925, el Teatro Real se cerró por Real Decreto, ya que corría el peligro de derrumbarse debido a la inestabilidad de sus cimientos, agravada por las obras del Metro que se hacían en sus inmediaciones, suspendiéndose la nueva temporada que estaba a punto de iniciarse.
Reapertura como sala de conciertos.
A pesar del cierre del teatro en 1925, el gobierno siempre barajó la posibilidad de remodelarlo y volverlo a abrir, creando numerosos proyectos como el que se encargó al arquitecto Antonio Flórez Urdapilleta, arquitecto conservador, quien planteó un ambicioso proyecto de remodelación y modernización, que incluyó el aumento en la altura y profundidad de la caja escénica, y la reedificación de toda su estructura, utilizando el hormigón armado. Además, se decidió levantar una planta más alrededor de todo el perímetro del edificio, lo que le otorgó al teatro su aspecto de bloque macizo actual. Sin embargo, las dificultades económicas y de planificación fueron retrasando la finalización del proyecto. Se llegó a ejecutar la parte de consolidación y reconstrucción, pero la remodelación interior no se llegó a comenzar. El teatro permaneció cerrado, y la falta de uso, y algunos incidentes, como la explosión de un polvorín que se había instalado en su interior, al final de la Guerra Civil, lo condujeron a un estado casi ruinoso.
Tras la guerra, se planteó seriamente la demolición del edificio, mientras que la Fundación Juan March promovió la construcción de un nuevo teatro de ópera en el Paseo de la Castellana (proyecto que no llegó a hacerse realidad, aunque llegó a realizarse un concurso internacional). Simultáneamente, se planteó la remodelación del Real como sala de conciertos, para servir de sede a la Orquesta Nacional, y como "salón de actos del Ministerio de Educación".1 El proyecto se encargó al arquitecto José Manuel González Valcárcel, y la reapertura se produjo en 1966, incluyendo en el edificio las instalaciones del Conservatorio de Música. Para este evento, se realizó un concierto de la Orquesta Nacional (dirigida por Rafael Frühbeck de Burgos) y el Orfeón Donostiarra al que asistieron el Jefe del Estado Francisco Franco, los príncipes Juan Carlos y Sofía, la Reina de Grecia y su hija Irene.

Desde esa fecha hasta 1988 (con la apertura del Auditorio Nacional) fue la única sala de conciertos de Madrid, en la que desarrollaron sus temporadas tanto la Orquesta Nacional como la recién creada Orquesta Sinfónica de RTVE. Además, durante este periodo, actuaron en su escenario las principales orquestas sinfónicas del mundo (Filarmónica de Viena, Filarmónica de Berlín, Concertgebouw, Filarmónica de Leningrado, Philharmonia, Sinfónica de Londres, Sinfónica de Chicago...) y los grandes directores de orquesta (Herbert von Karajan, Sergiu Celibidache, Leonard Bernstein, Claudio Abbado, Carlo Maria Giulini, Evgeni Mravinsky, Georg Solti, Igor Markevitch, Daniel Barenboim...). En 1969 acogió el XIV Festival de Eurovisión con un decorado diseñado por Salvador Dalí.

Citas Célebres:
 “El asunto es el problema; la forma, la solución”. 
“Quien no ha afrontado la adversidad no conoce su propia fuerza”. 
“La paciencia tiene más poder que la fuerza”. 
“No son las locomotoras, sino las ideas, las que llevan y arrastran el mundo”. 
“Vale más sembrar una cosecha nueva que llorar por la que se perdió”. 
“No conozco ningún signo de superioridad que la bondad”. 
“Es bueno seguir la pendiente con tal que sea subiendo”. 
“Toda dificultad eludida se convertirá más tarde en un fantasma que perturbará nuestro reposo”.  
“El conocimiento es sólo una de las representaciones de la existencia”. 
“Manejar el silencio es más difícil que manejar la palabra”. 
“Si añades un poco a lo poco y lo haces así con frecuencia, pronto llegará a ser mucho”. 
“Sólo en la actividad desearás vivir cien años”.
“Las obras no se acaban, se abandonan”.
“En lo pasado está la historia del futuro”. 

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