El Teatro Real es el teatro de la ópera de
Madrid y está considerado uno de los más importantes de España y de Europa.
Se encuentra situado en la Plaza de Oriente,
frente al Palacio Real, y es uno de los monumentos más emblemáticos de la ciudad.
Se inauguró en 1850, funcionando de forma ininterrumpida como teatro de ópera
hasta 1925, cuando tuvo que cerrar a causa de problemas estructurales en el
edificio. No volvió a abrir sus puertas hasta 1966, como sala de conciertos
sinfónicos. Entre 1988 y 1997 sufrió una importante remodelación que lo volvió
a convertir en coliseo operístico.
Construcción e inauguración.
El rey Fernando VII promovió la construcción
en Madrid de un teatro de ópera incluido dentro del proyecto de remodelación de
la Plaza de Oriente. Para ello, se ordenó la demolición del antiguo Teatro de
los Caños del Peral. El proyecto se encargó al arquitecto Antonio López Aguado
que diseñó un edificio con forma hexagonal irregular, cuya fachada principal
miraría a la Plaza de Oriente y la otra, de menor empaque, recaería sobre la
actual Plaza de Isabel II. La escasez de fondos de la Casa Real impidió que las
obras comenzaran antes de 1830. A la muerte del arquitecto, el proyecto fue
asumido por Custodio Teodoro Moreno. Tras la subida al trono de la reina Isabel
II, numerosos acontecimientos políticos y burocráticos paralizaron la ejecución
del proyecto, hasta que el 7 de mayo de 1850, por medio de una Real Orden, se
impulsaron las obras del Teatro, exigiendo su finalización en un plazo de seis
meses.
En la decoración interior trabajaron los
artistas y decoradores más importantes de la época, como Rafael Tejeo, Eugenio
Lucas, que pintó los techos, o Humanité-René Philastre, que diseñó el telón de
boca. Aparte del coso teatral, con capacidad para 2.800 espectadores, había dos
salones de baile, tres salones de descanso, una confitería, un café, un tocador
y un guardarropa. Todas estas comodidades se habían copiado de grandes teatros
europeos como el San Carlo de Nápoles o La Scala de Milán.

La historia del teatro.
Primeras
temporadas.
Tras las pérdidas que ocasionó la primera
temporada, y debido al enorme coste que tenía una representación, en torno a
1.200.000 reales y a las deudas por su construcción, el Gobierno decidió
trasladar la gestión del teatro a manos privadas, mediante concesión. Durante
los años sucesivos se fueron alternando diferentes empresarios privados, que
solían abandonar la gestión tras sufrir enormes pérdidas. El primero fue el
conocido libretista y compositor italiano Temistocle Solera. La segunda
temporada se inició con la representación de Los mártires, de Donizetti. Fue
una temporada breve con tan solo 69 representaciones, con gran éxito entre la
aristocracia madrileña que disfrutaba con la asistencia a la ópera como la alta
sociedad parisina.

Cada uno de los ciclos tenía un promedio de
120 representaciones, la mayoría óperas, ballets y conciertos. La plantilla del
teatro ascendía a 447 empleados, más los artistas que participasen en las obras
concretas. Como anécdota, el joven Emilio Castelar realizó su primer gran
discurso desde uno de los palcos de este teatro, en 1854.
Citas Célebres:
“Todo número es cero ante el infinito”.
“Las buenas noticias siempre llegan tarde; las
malas, demasiado pronto”.
“Una síntesis vale por diez análisis”.
“El placer supremo es obtener lo que se anhlea”.
“La razón puede advertirnos sobre lo que conviene
evitar; solamente el corazón nos dice lo que es preciso hacer”.
“Todo lo que ocurre, desde lo más grande a lo más
chico, ocurre necesariamente”.
“Todo es posible para aquel que lo considera tal”.
“El mejor profeta del futuro es el pasado”.
“No encuentres la falta, encuentra el remedio”.
“La evidencia es la más decisiva demostración”.
“Nada es constante en este mundo sino la
inconstancia”.
“La ilusión vale cuando la realidad la toma de la
mano”.
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