Siglo XIX.
Durante el trascurso del siglo XIX, la
Biblioteca cambió varias veces de sede, primero en 1809, cuando, durante el
reinado de José Bonaparte, se trasladó al convento de los trinitarios calzados
en la calle de Atocha. En 1819, de nuevo hubo de cambiar de sede al palacio
donde celebraba sus sesiones el Consejo del Almirantazgo Real debido a las
reclamaciones realizadas por los trinitarios calzados tras la vuelta de
Fernando VII, y en 1826 se produjo un tercer traslado a la antigua casa del
marqués de Alcañices, en la actual calle de Arrieta, lugar donde residió
durante casi todo el siglo. El terreno donde se ubica actualmente la Biblioteca
Nacional es el mismo en el cual se ubicaba el antiguo Convento de Copacabana o
gran Convento de Recoletos de Madrid. Dicho convento pertenecía a los
religiosos de la Orden de Agustinos Recoletos y, tras la Desamortización de
1835, fue vendido y destruido.
Las colecciones de la biblioteca también se
vieron afectadas por los hechos del siglo XIX. Primero, la desamortización
española condujo a que muchas obras procedentes de instituciones religiosas
suprimidas se depositaran en la biblioteca. En efecto, en 1837 se crean las
comisiones científicas y artísticas provinciales para seleccionar las obras
que, procedentes de los conventos suprimidos, debían depositarse en las
bibliotecas y museos, o ser subastadas. Por esta vía se depositaran en la
Biblioteca Nacional unos 70 000 volúmenes procedentes de los conventos
madrileños afectados por la desamortización. Pasan también a la Biblioteca gran
parte de los fondos de la Biblioteca de las Cortes, fundada por las Cortes de
Cádiz en 1814, y suprimida en 1838. Por último, en 1869 Manuel Ruiz Zorrilla
dispuso la incautación de los archivos, bibliotecas y colecciones de arte en
poder de catedrales, cabildos, monasterios y órdenes militares, en la llamada
desamortización cultural, medio por el cual ingresaron en la Biblioteca
Nacional obras muy valiosas procedentes de las catedrales de Ávila y Toledo.
Mediante el decreto del 28 de noviembre de
1836, la Biblioteca Real pasa a denominarse Biblioteca Nacional y a depender
del Ministerio de la Gobernación de la Península. En 1857, se aprueba el primer
reglamento de la Biblioteca Nacional, en el que se establece la convocatoria,
concesión, y posterior publicación de las obras ganadoras de los Premios
Bibliográficos que anualmente convocaría la Biblioteca Nacional. Estos premios
hicieron que la Biblioteca se convirtiera “en la principal impulsora de
trabajos bibliográficos en España”, promoviendo el interés de bibliotecarios y
bibliógrafos. En 1858, se crea el cuerpo facultativo de archiveros,
bibliotecarios y arqueólogos, el cual es liderado por el director de la
Nacional.
En 1876, la Biblioteca contaba ya con 300 000
libros, 200 000 folletos impresos y más de 300 000 manuscritos. A pesar de las
varias mudanzas, la Biblioteca Nacional seguía creciendo y sus necesidades
sobrepasaban la capacidad de las sedes que hasta entonces había ocupado. En
1857 se pidió la realización de un proyecto para una nueva sede, y en 1864 se
escogió finalmente la obra del arquitecto Francisco Jareño Alarcón.
El 21 de abril de 1866 la reina Isabel II
colocó la primera piedra del Palacio de Archivos, Bibliotecas y Museos, situado
en el Paseo de Recoletos. Por razones económicas las obras procedieron con
mucha lentitud, y hubo muchas modificaciones al proyecto original. En 1884
Antonio Ruiz de Salces sustituyó a Jareño en la dirección de las obras de
construcción del nuevo edificio de la Biblioteca Nacional. En 1892 se finalizó
la construcción del edificio y el 16 de marzo de 1896 se abrió al público la
Biblioteca Nacional en su nueva sede.
Citas Célebres:
“Es más
fácil hacer leyes que gobernar.”
"Todo
hombre sabio ama a la esposa que ha elegido."
“A veces,
cuesta mucho más eliminar un solo defecto que adquirir cien virtudes.”
“La
tristeza, aunque esté siempre justificada, muchas veces sólo es pereza. Nada
necesita menos esfuerzo que estar triste.”
"Así es
el exilio, lanza a la gente a los cuatro vientos y después resulta muy difícil
reunir a los dispersos."
“En este
triste país, si a un zapatero se le antoja hacer una botella y le sale mal,
después ya no le dejan hacer zapatos.”
“Sólo el que
sabe es libre y más libre el que más sabe. No proclaméis la libertad de volar,
sino dad alas.”
"Los
hombres honrados no temen ni a la luz ni a la oscuridad."
“Donde todos
sirven para todo, nadie sirve para nada.”
“Las fatigas
de la vida nos enseñan únicamente a apreciar los bienes de la vida.”
“Estamos
obligados a luchar enérgicamente contra todos los eventuales gérmenes de odio
colectivo.”
“Comúnmente
sólo apreciamos el valor de una cosa después de haberla perdido.”
“No hay un
solo error que no haya tenido sus seguidores.”
“No cedas
frente a los malvados, sino opónte a ellos ardientemente.”
“La cultura
es una cosa y el barniz otra.”
“Perdonando
demasiado a quienes cometen faltas, se hace una injusticia a quienes no las
cometen.”
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