miércoles, 11 de noviembre de 2015

BIBLIOTECA NACIONAL - MADRID

Siglo XIX.
Durante el trascurso del siglo XIX, la Biblioteca cambió varias veces de sede, primero en 1809, cuando, durante el reinado de José Bonaparte, se trasladó al convento de los trinitarios calzados en la calle de Atocha. En 1819, de nuevo hubo de cambiar de sede al palacio donde celebraba sus sesiones el Consejo del Almirantazgo Real debido a las reclamaciones realizadas por los trinitarios calzados tras la vuelta de Fernando VII, y en 1826 se produjo un tercer traslado a la antigua casa del marqués de Alcañices, en la actual calle de Arrieta, lugar donde residió durante casi todo el siglo. El terreno donde se ubica actualmente la Biblioteca Nacional es el mismo en el cual se ubicaba el antiguo Convento de Copacabana o gran Convento de Recoletos de Madrid. Dicho convento pertenecía a los religiosos de la Orden de Agustinos Recoletos y, tras la Desamortización de 1835, fue vendido y destruido.
Las colecciones de la biblioteca también se vieron afectadas por los hechos del siglo XIX. Primero, la desamortización española condujo a que muchas obras procedentes de instituciones religiosas suprimidas se depositaran en la biblioteca. En efecto, en 1837 se crean las comisiones científicas y artísticas provinciales para seleccionar las obras que, procedentes de los conventos suprimidos, debían depositarse en las bibliotecas y museos, o ser subastadas. Por esta vía se depositaran en la Biblioteca Nacional unos 70 000 volúmenes procedentes de los conventos madrileños afectados por la desamortización. Pasan también a la Biblioteca gran parte de los fondos de la Biblioteca de las Cortes, fundada por las Cortes de Cádiz en 1814, y suprimida en 1838. Por último, en 1869 Manuel Ruiz Zorrilla dispuso la incautación de los archivos, bibliotecas y colecciones de arte en poder de catedrales, cabildos, monasterios y órdenes militares, en la llamada desamortización cultural, medio por el cual ingresaron en la Biblioteca Nacional obras muy valiosas procedentes de las catedrales de Ávila y Toledo.
Mediante el decreto del 28 de noviembre de 1836, la Biblioteca Real pasa a denominarse Biblioteca Nacional y a depender del Ministerio de la Gobernación de la Península. En 1857, se aprueba el primer reglamento de la Biblioteca Nacional, en el que se establece la convocatoria, concesión, y posterior publicación de las obras ganadoras de los Premios Bibliográficos que anualmente convocaría la Biblioteca Nacional. Estos premios hicieron que la Biblioteca se convirtiera “en la principal impulsora de trabajos bibliográficos en España”, promoviendo el interés de bibliotecarios y bibliógrafos. En 1858, se crea el cuerpo facultativo de archiveros, bibliotecarios y arqueólogos, el cual es liderado por el director de la Nacional.
En 1876, la Biblioteca contaba ya con 300 000 libros, 200 000 folletos impresos y más de 300 000 manuscritos. A pesar de las varias mudanzas, la Biblioteca Nacional seguía creciendo y sus necesidades sobrepasaban la capacidad de las sedes que hasta entonces había ocupado. En 1857 se pidió la realización de un proyecto para una nueva sede, y en 1864 se escogió finalmente la obra del arquitecto Francisco Jareño Alarcón.

El 21 de abril de 1866 la reina Isabel II colocó la primera piedra del Palacio de Archivos, Bibliotecas y Museos, situado en el Paseo de Recoletos. Por razones económicas las obras procedieron con mucha lentitud, y hubo muchas modificaciones al proyecto original. En 1884 Antonio Ruiz de Salces sustituyó a Jareño en la dirección de las obras de construcción del nuevo edificio de la Biblioteca Nacional. En 1892 se finalizó la construcción del edificio y el 16 de marzo de 1896 se abrió al público la Biblioteca Nacional en su nueva sede.



Citas Célebres:
“Es más fácil hacer leyes que gobernar.” 
"Todo hombre sabio ama a la esposa que ha elegido."
“A veces, cuesta mucho más eliminar un solo defecto que adquirir cien virtudes.” 
“La tristeza, aunque esté siempre justificada, muchas veces sólo es pereza. Nada necesita menos esfuerzo que estar triste.”
"Así es el exilio, lanza a la gente a los cuatro vientos y después resulta muy difícil reunir a los dispersos."
“En este triste país, si a un zapatero se le antoja hacer una botella y le sale mal, después ya no le dejan hacer zapatos.”
“Sólo el que sabe es libre y más libre el que más sabe. No proclaméis la libertad de volar, sino dad alas.” 
"Los hombres honrados no temen ni a la luz ni a la oscuridad."
“Donde todos sirven para todo, nadie sirve para nada.” 
“Las fatigas de la vida nos enseñan únicamente a apreciar los bienes de la vida.” 
“Estamos obligados a luchar enérgicamente contra todos los eventuales gérmenes de odio colectivo.” 
“Comúnmente sólo apreciamos el valor de una cosa después de haberla perdido.” 
“No hay un solo error que no haya tenido sus seguidores.” 
“No cedas frente a los malvados, sino opónte a ellos ardientemente.” 
“La cultura es una cosa y el barniz otra.” 
“Perdonando demasiado a quienes cometen faltas, se hace una injusticia a quienes no las cometen.” 

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