La Estación Príncipe Pío es un intercambiador
de transportes de Madrid en el que confluyen varias líneas de metro, Cercanías
y autobuses urbanos e interurbanos, delimitado por la Glorieta de San Vicente,
Cuesta de San Vicente, Paseo de la Florida y el Paseo del Rey, en el distrito
de Moncloa-Aravaca.
Historia.
Antecedentes: la
Estación del Norte.
La actual estación de Príncipe Pío fue en
origen la estación del Norte, construida como terminal en Madrid de la línea
General del Norte o Imperial (Madrid-Irún) perteneciente a la antigua Compañía
de los Caminos de Hierro del Norte de España, por lo que su origen está
irremediablemente unido al de la línea ferroviaria en cuestión. La construcción
de la línea comenzaría en 1856, mientras que la de la estación no empezaría
hasta 1859. El proyecto corrió a cargo de ingenieros franceses, de quienes toma
su nombre el puente que salva el río. Así, el primitivo embarcadero abrió sus
puertas en junio de 1861, aunque con una línea que sólo llegaba hasta El
Escorial.
Las instalaciones auxiliares, ante la falta de
espacio, se dispusieron junto a la línea entre la estación y el Puente de los
Franceses. El 16 de julio de 1882, se inauguró la parte destinada a viajeros,
pero sólo uno de los dos edificios previstos, paralelo a los andenes, quedando
el frontal abierto simplemente con unos jardines que salvaban el desnivel con
la Cuesta de San Vicente. Este primer edificio es el que hoy en día se puede
ver en el Paseo de la Florida. No fue hasta 1928 cuando se construyó el segundo
edificio de viajeros. Se situaba, como preveía el proyecto, cerrando los
andenes por la fachada de la Cuesta de San Vicente, y se destinaba a salida de
viajeros, mientras que el edificio de 1882 quedaba reservado para llegadas.
Esta segunda fase es el edificio que se observa en la Cuesta de San Vicente
flanqueado por dos torreones. Mientras tanto en 1925 se había inaugurado un
ramal de la línea 2 del Metro de Madrid de la ciudad que unía la estación con
la estación de Isabel II (hoy día Ópera), lo que permitía salvar cómodamente el
fuerte desnivel entre la estación y el centro de la ciudad. Tras la Guerra
Civil la estación quedó muy dañada. Además, a causa de la quiebra de la
Compañía de los Caminos de Hierro del Norte –al igual que las demás compañías
existentes– el Estado tuvo que rescatar la red ferroviaria surgiendo un ente
público y estatal, RENFE, que desde ese momento se encargaría de la gestión de
la red férrea de España. Durante estos años la estación se convertiría en la
segunda terminal de la ciudad tras Atocha, no en balde era la cabecera de todos
los trenes que iban de Madrid al Cantábrico, a Castilla y León y a Portugal; de
hecho ha sido históricamente la cabecera de la línea Madrid-Irún.
Sin embargo, el periodo de esplendor de esta
estación tocaba a su fin con los nuevos accesos ferroviarios de Madrid,
previstos ya en época de la II República. Con la apertura de la nueva Estación
de Chamartín en 1967 al norte de la ciudad como cabecera de la nueva línea
directa Madrid-Burgos –que acortaba el camino hacia Irún con respecto a la
línea que iba por Valladolid–, los servicios ferroviarios fueron traspasados
paulatinamente de la estación del Norte a las nuevas instalaciones. La vieja
estación quedaba desplazada del eje fundamental, que ahora pasaban a formar
Atocha y Chamartín con el túnel que las unía, y ya en 1976 todos los servicios
habían sido trasladados salvo los trenes de Cercanías. En 1979 recuperó parte
de su actividad al acoger los trenes (Talgos III y expresos) que se dirigían
hacia Galicia.
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